La característica innata en el hombre es Amor: su naturaleza es Amor, su aliento es Amor. La niebla del deseo oscurece al Amor y lo distorsiona.
Lo mismo que el perro que tomó por otro perro su propio reflejo en el agua y empezó a ladrarle para ahuyentarlo, así también el hombre le ladra a su propia imagen, a sus semejantes, quienes son tan imágenes de Brahman como uno mismo lo es. Separar de sí mismo la propia imagen es la base de la ignorancia. Presten atención a la identidad, no a la diferencia. Ese es el camino hacia la paz.
Todo ser necesita Amor; inhala y exhala Amor. Pues el Amor es el aliento básico: cada uno es una encarnación del Amor. El Amor no conoce el miedo y, por eso, no necesita de ninguna falsedad en la cual apoyarse. Sólo el temor es lo que hace a la gente desvirtuar la verdad. Además, el Amor no busca recompensas; el Amor es en sí su propia recompensa. Esa es la única ganancia: la alegría de amar y ser amado.
Estén siempre saturados de Amor; no usen palabras venenosas contra nadie, pues las palabras hieren más fatalmente que las flechas mismas. Hablen con suavidad y dulzura; compadézcanse del sufrimiento, la pérdida y la ignorancia: traten de aplicarlo mejor que puedan el bálsamo de palabras de consuelo y de socorro oportuno. No dañen a ninguno en su fe en la Virtud y la Divinidad.
Inciten a otros a tener esa fe demostrándoles con su propia vida que la Virtud es su propia recompensa, que la Divinidad es Omnipresente y Todopoderosa.
del Libro: "La Verdad"
- Sathya Sai Baba.
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