Si tenemos un árbol, lo importante en él son los frutos. Si son importantes estos frutos, para obtenerlos tendremos que proteger al árbol, sus ramas y sus hojas. De manera similar, lo más importante es el Alma, pero habremos de proteger el cuerpo y los órganos sensoriales que nos ayudan a reconocerlo.
¿Qué es lo que buscamos en este árbol de la Creación? Buscamos los frutos de la liberación. Pero este árbol tiene también muchas ramas y hojas en la forma de nuestras relaciones y nuestros apegos. Las hojas que representan las ideas, se encuentran presentes en gran número. Nuestros pensamientos y nuestros
deseos son como las flores que brotan en el árbol. Y también en él crece el fruto de la liberación. Para obtenerlo tendremos que cuidar también de las ramas y de las hojas.
Pero eso no bastará mientras tengamos el deseo de alcanzar la fruta visible en el árbol, lo que habremos de hacer es cuidar de las raíces invisibles y habremos de regarlas. Estas raíces invisibles pueden compararse con nuestra fe y nuestro credo en el Alma.
Todo este árbol con sus hojas y sus ramas se basa en la fe en esta Alma. Sólo cuando nos dediquemos a regar sus raíces y a proteger al árbol llegaremos a conseguir los frutos de la liberación.
El dulce zumo que puede ser extraído del fruto de la liberación es nuestro carácter. Si no se encuentran presentes este carácter y la fe que constituye la raíz del árbol, todo el árbol resultará inútil.
Si no existiera la fe en la forma de raíces ni el carácter en forma del dulce zumo, el árbol ya no sería tal, sino serviría tan sólo como leña. Lo primero que hemos de hacer es promover nuestra fe en el Alma, la fe en el propio “sí mismo”, y luego hemos de empeñarnos en alcanzar el fruto de la liberación.
(del libro: Lluivas de Verano 4)
Sathya Sai Baba.