viernes, octubre 21, 2011

Dios.

Esta habitación de carne y hueso, de temor y sentimiento, de duda y deseo es la residencia del único, indivisible, omnipermeante Dios

No deberíamos tener la impresión de que Dios existe en alguna parte, que posee una forma particular, que está investido de poderes especiales, y así por el estilo. Aquello que se halla dentro de tu propio corazón como un pensamiento puro y una conciencia suprema es de por sí Dios mismo. Es Dios y no tienes que buscarlo en otra parte. Ese lugar sagrado del corazón es necesario en todos. No hay nadie que no cuente con tal sitio sagrado en su corazón. Y precisamente porque un lugar sagrado del corazón está en cada uno, podemos decir que Dios se encuentra en cada uno. Quien no tenga fe en sí, no tendrá fe en Dios.

 “Si hay un Dios, ¿por qué no podemos verlo?”. ¿Por qué han de esforzarse en ver a Dios? Ustedes son Dios. No hay nada que no sea El. Experiméntenlo de esa manera.

Vean a Dios en todo aquel con quien se encuentren; vean a Dios en todo lo que manejen. Su misterio es inmanente a todo lo material e inmaterial; en efecto, se ha descubierto que no hay ni materia ni material. ¡Todo es Dios, una expresión de Su misterio!

 Aprendan a ver en todo ser viviente la incorporación de la totalidad de la energía, de toda la belleza, de toda la benevolencia, es decir, de Dios; Dios es más sutil que el éter, y llena hasta el más pequeño intersticio con Su Majestad. Sepan ustedes esto y sirvan a Sus manifestaciones, dondequiera que las encuentren.

 Todos son miembros de un solo cuerpo, alimentados por idéntica sangre vital, motivados por la misma voluntad, la Voluntad de Dios; sujetos por la misma Ley Divina. Eso es la visión cósmica, la que uno debe ver y experimentar: Dios en todos, Dios dondequiera. Eso les otorgará Bienaventuranza imperecedera.

Sathya Sai Baba.

(extracto del libro: La verdad)


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