Consideren cada segundo como si fuera nuevo. Santifiquen cada instante de sus vidas. Esto debe hacerse realizando la unidad de Sat (lo Divino) y Chit (la Conciencia individual). Cuando se alcanza esta unidad, se experimenta Ananda (Bienaventuranza espiritual). Esta es la tarea principal de cada uno. Cada
segundo debería considerarse una expresión de lo Divino. Este día de Año Nuevo se relaciona con la era cristiana. Diciembre y Enero pueden llegar e irse (cada año), pero Dios no llega ni se va.
En este contexto, tengan en cuenta tres cosas. Una es aquella que, después de irse, no volverá. La segunda es la que, después de llegar, no se irá. La tercera es aquella que ni llega ni se va. Aquella que, cuando llega, no se irá es Jñana (la sabiduría espiritual). Cuando este conocimiento sublime llega a uno, no lo dejará. El conocimiento que llega y se va se relaciona con los estados de vigilia y sueño. El Conocimiento de la Realidad Suprema, una vez adquirido, jamás se irá. El conocimiento que se pierde no es verdadero conocimiento.
La ignorancia es aquello que, una vez que se ha ido, no regresará. Si regresa, es “ignorancia intensificada por más ignorancia”. Esto ha sido descripto en términos Vedánticos como Mitya en Mitya: ilusión dentro de una ilusión.
Entréguense a la Divinidad presente en todas partes
Aquello que no llega y no se va es Atma-tatva (el Principio Átmico). ¿Adónde puede ir aquello que es omnipresente? ¿A qué lugar puede ir? Ustedes colocan una puerta para separar un lugar de otro que está fuera del primero. Si no hay un lugar afuera, no habrá necesidad de una puerta. No hay lugar donde lo Divino
no esté presente. ¿Adónde puede, entonces, ir o venir lo Divino? Tales preguntas son producto del confuso conocimiento que dan los libros. El estado mental de la persona confundida está descripto en una canción compuesta por una Gopika (pastora de vacas). La mente dubitativa necesita cerrar la puerta de la
mente (a la verdad). La persona con fe pide que se abra la puerta.
Radha se divertía viendo la difícil situación de la Gopika, atormentada entre la duda y la fe. Ella observó:
Cuando el Universo entero es la mansión del Señor, ¿qué necesidad hay de una calle o una puerta?
Cuando el Señor cósmico brilla adentro, ¿qué necesidad hay de una puerta?
Si uno ofrece su vida entera al Señor y derrama lágrimas de bienaventuranza, eso es todo lo que necesita. Mientras no exista tal entrega completa, habrá necesidad de puertas y cosas semejantes.
¿Por qué se construyen puertas? Para regular la entrada y salida de personas. Sin embargo, la ironía de la actual Era de Kali o Era Oscura es que la puerta se mantiene abierta para la entrada de todo tipo de criaturas indeseables. La mente del hombre se mantiene abierta para la entrada de malos pensamientos.
La puerta debería ser atrancada para impedir que ingresen el egoísmo y los impulsos adquisitivos. La puerta (de la mente) debería mantenerse sagrada. Consideren al cosmos entero como la gran mansión del Señor
Supremo. No tiene ni calles ni puertas. La entrega total es la forma de entrar en la mansión.
El advenimiento de un Año Nuevo es recibido dando la bienvenida al Año Nuevo y despidiendo al viejo. Esto es lo habitual en el mundo común. Sin embargo, no es un asunto enteramente mundano.
Estén calificados para entrar en el Reino de Dios
La observancia del comienzo de un Año Nuevo está basada en lo que marca el Siddhanti (el almanaque). El almanaque es un trabajo artificial hecho por el hombre y no está relacionado con nada permanente o inmutable. El sol y la luna permanecen inmutables. El calendario es algo diseñado por el hombre. Para la
Divinidad, no existe el llegar o el partir. Dios trasciende tales conceptos.
Él es el Señor de lo que se denomina el Reino de Dios. Cada uno tiene que adquirir las calificaciones para entrar en ese Reino. No todos tienen derecho a entrar en él. Sin embargo, todos los seres humanos deben aspirar a obtener ese derecho.
Ese es el propósito esencial del nacimiento humano. El hombre está atado por sus acciones en este mundo. Las acciones deben ser buenas. Sean puros en lo que hablan. Desarrollen una visión sagrada. Purifiquen sus corazones.
D. Discurso 1-1-1992, en el Mandir de Prashanti, ante una vasta congregación de devotos.
- Sathya Sai Baba.