Todos ustedes han sido traídos aquí hoy por los lazos del amor. Sólo el amor ata una persona a otra y una cosa a otra; el mundo entero está lleno de amor; la vida sin amor no puede llamarse vida.
En el amor existen tres niveles: el primero es el mejor y más alto. Los hombres de este nivel tienen una fe y una creencia completa en que Dios, que es la encarnación de la bienaventuranza eterna, está presente en todos los seres sin excepción. Ellos sienten que Iswara está presente en todas partes, en todas las cosas, en forma de amor. Para tales personas, el sentimiento será: "Sin odio hacia nadie". Ellos sólo miran amor en cada ser, no ven ninguna diferencia entre su "propia" gente y los demás. Las personas llenas de tal amor supremo experimentarán paz y bienaventuranza.
Los del segundo nivel se preocupan sólo de su propio bienestar y el de sus hijos y parientes, por su comodidad y su felicidad. No se preocupan por otros, ni por sus méritos ni por sus errores. Estas personas pueden denominarse de nivel medio.
Existen otras que no se sienten felices si ven felices a otras personas; de hecho se vuelven celosas ante su felicidad, están buscando siempre señalar errores y criticando a otros; no pueden tolerar que otras personas sean felices; por eso arruinan toda muestra de amor en ellas. De la misma manera en que un cuervo se siente celoso cuando canta bien un cuco, estas personas se sienten celosas ante los atributos de los demás. Así como el cuervo ridiculiza al cisne, estas personas ridiculizan a la gente buena. Están en el nivel más bajo del amor.
Aunque el amor está presente en estos tres tipos de personas, ellas gozan, experimentan y usan este amor de diferente manera. En cada árbol de la vida, el amor está presente en la forma de dulce jugo en su fruta, pero ésta se halla cubierta por una cáscara llamada deseo. De aquí que no estemos conscientes del dulce jugo que hay en la fruta. Sólo esas personas que quitan la cáscara del deseo y arrojan lejos las duras semillas de la ira y los celos pueden gozar el dulce jugo del fruto del amor. Cuando arrojan las semillas de los gustos y aversiones y desechan la cáscara del deseo, pueden gozar del Amor Divino que es la Dulzura Misma.